Mantras que recordar al abordar un conflicto

Decía Werner Braun que el hombre no será sabio hasta que resuelva toda clase de conflictos con las armas de la mente y no con las físicas. Sin embargo, es sencillo encontrarse una y otra vez ante una sensación de amenaza palpable cuando surgen las discusiones y los encontronazos en el ambiente de trabajo.

Como todas las creencias, se nos educa desde pequeños (en mayor o menor medida, conste) a considerar el conflicto como una situación incómoda en la que nadie sale ganando y ante la cual, diplomáticamente, hay que acabar cediendo o haciendo ceder. Se inculca que el conflicto es tan solo un alto improductivo en el camino, un obstáculo rocoso lleno de incomodidad y rencor agrio que cría malestar.

Esa instrucción nos posiciona a obviar que los conflictos surgen por percepciones contrarias, de que dos personas perciben un asunto o una realidad de manera distinta. Esa percepción es diferente porque cada integrante de un conflicto tiene un conjunto de nociones relacionadas con el objeto de conflicto. Desde dónde se observa un problema, cuánto tiempo se invirtió en contemplarlo, el stress asociado por el entorno (personas que presionan, el acercamiento de una fecha límite o incluso el calor que tanto comienza a apretar últimamente) o características personales que rozan la fibra irracional que predisponen al personal a desconfiar de quien sufre un tic o posee un graznido estridente por voz.

Así que para ayudar a mantener la mente fría y volver a encontrar nuestra posición y quedar por encima del conflicto —o moldearlo a nuestro gusto, incluso—, ¿ que mejor que unos mantras para recordar en el fragor de la batalla?

  1. Hay mejores maneras, pero el conflicto, como las crisis y las revoluciones, puede instigar al cambio. Y es en el cambio cuando podemos arreglar las disputas y los agravios y mejorar todos para todos.
  2. Ignorada, la bola de nieve suele convertirse en avalancha. Un conflicto ignorado es más destructivo que una demanda, un desembolso imprevisto o una huelga a gran escala.
  3. Antes de construir sobre un terreno necesitamos cavar y remover para colocar los cimientos; de igual manera, un conflicto puede ser el inicio de algo constructivo.
  4. No se trata de evitar el conflicto o sofocarlo como la extinción de un incendio, se trata de llegar a puntos comunes y desmontar lo incómodo. Solo así encontramos los elementos que nos permiten plantar las semillas de mejores relaciones y las piezas para edificar organizaciones sólidas.
  5. Si los conflictos son inevitables, también lo son el desorden, la desorganización y la apatía que lleva a ellos. Porque, para bien o para mal, un conflicto es cosa de dos (o más) con perspectivas distintas.

 

 

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