Motivar sin dinero

Ayer propuse un ejercicio a un grupo: escribir una lista con incentivos motivadores para un empleado que sean económicos (menos de 3 euros). Más tarde hicieron la misma lista pero con presupuesto ilimitado.

Del desarrollo del ejercicio se pueden sacar varias conclusiones:

1. La segunda lista, la costosa, se hizo mucho más rápidamente y fue más larga que la económica. Esto indica que (extrapolando) la mayoría de directivos sigue asociando incentivo a gasto. Por eso salieron fácilmente las primas, los aumentos de sueldo, viajes pagados, cenas, premios, comisiones, etc.

2. La primera lista incluía algunos ítems clásicos (un café, una tarjeta de felicitación, una plantita para el despacho, unos bombones en su cumpleaños…). Claramente pueden ser incentivos, pero por vistos o por impersonales pierden el efecto que buscan. Realmente el empleado agradece que le veamos como una persona, y si un día comprando la prensa veo una revista especializada de algún tema que mi empleado adora… ¿Qué mejor manera de demostrarle que le conozco, que le tengo en cuenta como persona más allá de como trabajador y de que pienso en él?

3. Tardaron mucho más en aparecer pero al final salieron los incentivos de coste cero: las «gracias», las felicitaciones públicas, las menciones en momentos especiales (eventos, reuniones, etc.). Pero aquí también observé una importante falta de creatividad para motivar sin generar gasto.

Pero lo más decepcionante para mí, fue comprobar como después de cuatro años de funcionamiento de la Fundación Tripartita y su sistema de bonificaciones, para todos la formación era un incentivo caro. Nuestros clientes y colaboradores sabéis que bien planificada y con ayuda de una entidad organizadora, la formación puede salirnos a coste cero.

Por un lado debería alegrarme de que vosotros, que estáis aprovechando esos recursos, estáis marcando una ventaja competitiva con el resto. Sin embargo, me apena pensar que en el fondo esta ignorancia empobrece nuestro mercado laboral y afecta directamente a la productividad general del sector empresarial.

Espero que, tal y como cuentan las estadísticas, las empresas están cambiando esto de manera exponencial, y podamos así terminar con la idea de que la formación es un problema. La formación no es un problema. La formación es una inversión para mejorar la productividad, es un sistema de incentivo para el trabajador y, además, es económica.

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