La formación como instrumento de motivación

 

Al hablar de liderazgo siempre surge el término motivación. Y no es en vano ya que es una de las funciones principales de un líder: conseguir que un equipo QUIERA seguirlo en la consecución de unos objetivos. Y teorías sobre cómo funciona la motivación, sobre qué mensajes son más efectivos o menos efectivos, los hay a montones.

Pero aunque seamos conscientes de que hay que enviar mensajes de esperanza, de ilusión, de compromiso, de respaldo, de orgullo corporativo… ¿Por qué canales los comunicamos? Pues de eso se encarga el marketing interno que define y explota diferentes medios para transmitir su mensaje. Hay muchos y diversos, desde las revistas corporativas hasta el diseño del espacio de trabajo, por mencionar algunos. Sin embargo, el más efectivo porque trabaja a más niveles (individual, interpersonal y corporativo) es la formación.

La formación es ORIENTACIÓN: para que un trabajador esté motivado a conseguir su objetivo debe conocer exhaustivamente cuál es ese objetivo, qué se espera de él y cómo se espera que lo consiga. Las formaciones técnicas dan mucha información a los participantes de los procedimientos y herramientas que la organización quiere que se utilicen.

La formación es SEGURIDAD: cuando una empresa apuesta por la formación, transmite un mensaje transversal de que apoya a sus trabajadores, que tiene estrategia, que tiene planes de futuro y que requiere de esos trabajadores para su futuro. Un ambiente de seguridad y compromiso a largo plazo es un gran elemento de motivación.

La formación es COMPETITIVIDAD: los trabajadores más cualificados y actualizados suelen ser más competitivos y forman equipos más eficaces y fuertes. La clave es saberse competitivo, saber que puedes mejorar, saber que tienes posibilidades de luchar en el mercado y posibilidades de ganar. Es difícil motivarse cuando sabes que no tienes esas posibilidades de ganar.

La formación es SOCIABILIDAD: cuando descontextualizamos a los trabajadores de su entorno habitual para realizar una formación es más fácil que se creen nuevos lazos entre ellos. De pronto gente que nunca había coincidido se conoce o personas que nunca había trabajado en cooperación tienen que resolver ejercicios juntas. Fortalecer unas relaciones laborales de más confianza también ayudan a llegar más motivado al trabajo.

La formación es INTEGRACIÓN: un buen plan de formación incluye formación interna, es decir, formación que unos trabajadores imparten a otros. La cooperación que surge de estas formaciones son motivadoras para los participantes porque perciben que un compañero comparte sus conocimientos con ellos. Pero más aún para los que las imparten por la satisfacción de ser partícipe del crecimiento de sus compañeros y de la propia organización.

La formación es RETRIBUCIÓN: la inversión que supone la formación siempre es a dos bandas: inversión en una organización para obtener mejores resultados e inversión en las personas que mejorarán sus perfiles profesionales. Si hacemos entender a los trabajadores el valor que les estamos dando al formarlos, entenderán que es una retribución “en especie” a sumar a sus ganancias económicas. Y sentirse premiado con un extra salarial siempre motiva.

La formación es AUTOESTIMA: la capacitación es una de las bases de la autoestima en el trabajo. Por eso si los trabajadores cuentan con los conocimientos y habilidades que necesitan en cada momento, éstos van a afrontar su día a día con mayor seguridad, autoconfianza y autoestima, es decir, más motivados.

Para que todos estos niveles motivadores sean eficaces, no debemos perder de vista que una buena planificación es absolutamente imprescindible. No sólo hay que alinear los contenidos de los cursos con las competencias básicas exigibles a los trabajadores, sino que hay que aprovechar esos espacios formativos para inculcar el resto de mensajes que nuestra identidad corporativa pretende.

La buena noticia es que la organización puede maximizar el potencial de sus formaciones sin excusa alguna. Hoy por hoy, la financiación del plan puede estar hasta en un 100% cubierto por el sistema de bonificaciones de la FTFE. Y a nivel organizativo, también puede contar con entidades externas en las que apoyarse que igualmente puede contratar a coste cero, ya que son igualmente subvencionables por la FTFE.

En definitiva, para implantar la motivación entre los trabajadores hay que tener en cuenta la formación como el potente instrumento multinivel que es. Y para ello se puede recurrir a especialistas del sector aprovechando la financiación pública.

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