Vale, ya sabemos que somos exigentes, ya sabemos que nos tomamos muy a pecho lo de que nuestros clientes tengan un expediente «a prueba de bomba», ya sabemos que pedimos mucha documentación. Pero siempre decimos lo mismo: NO GENERAMOS NINGÚN PAPEL QUE NO SEA ESTRICTAMENTE NECESARIO.
Muchos clientes que vienen de trabajar con centros de formación nos dice: «¡cuantos papeles!¡a mí no me hacían rellenar tantos papeles!». Nuestra respuesta es clara: cruza los dedos y que no te venga una inspección.
Imagínate que un día os llega la conciliación de la FTFE. Imagínate que te piden devolver toda la bonificación a no ser que presentes y justifiques las correspondientes alegaciones. Imagínate que tú no tienes documentación, porque tu centro de formación te lo quiso hacer tan fácil, tan fácil, que casi no te dieras ni cuenta de que te estaban gestionando una bonificación. Imagínate que llamas al centro de formación donde hicisteis los cursos hace dos años para pedirles ayuda y.. ¡oh!¡sorpresa!¡el centro ya no existe!
Vaaale, es difícil, pero ya son dos las veces que hemos empezado a colaborar con clientes que vienen de esa mala experiencia. Pero lo que es más habitual, seguro que estáis de acuerdo, es que no encuentren la documentación, que la persona que lo llevaba ya no esté, que ya no lleven bonificaciones… Pensad que hablamos siempre de varios años después de que se hiciera y bonificara el curso!
¿Y por qué a pesar de la mala experiencia de estos clientes sí que confían en nosotros? Porque conocen todos los papeles, porque saben que lo justificamos todo y porque, en cualquier caso, ellos tienen todos los originales en su empresa. Así, aunque una epidemia termine con las vidas de todo el equipo de ágora en una semana y sean incinerados en la misma oficina junto al archivo (que esperemos que no suceda) siempre nos quedará el consuelo de que el cliente no tendrá que devolver el dinero de su bonificación.